viernes, 25 de enero de 2008

La maldición de las momias llega a su fin.

Por mucho tiempo que haya transcurrido desde su muerte, las momias no están a salvo de las infecciones. Hongos como Penicillium, Cladophialophora o Aspergillus invaden con frecuencia los cuerpos momificados causándoles un rápido desgaste. En el Museo de El Carmen, en Ciudad de México, un equipo de micólogos y dermatólogos acaba de encontrar el modo de combatir eficazmente este proceso.

“Las momias tienen una gran importancia antropológica y museológica, pero cuando se conservan en condiciones deficientes de humedad, temperatura y luz suelen ser colonizadas por moho que las degrada considerablemente”, explica en la Revista Iberoamericana de Micología el investigador Rubén López, de la Universidad Nacional Autónoma de México. El primero en observar este problema fue el doctor Ezze-din Taha, que en 1962 descubrió que los arqueólogos que habían encontrado la momia de Tutankamón en El Cairo padecían infecciones respiratorias graves causadas por el hongo Aspergillus, presente en los restos del joven faraón egipcio y auténtico responsable de la legendaria “maldición de Tutankamón”.

En el Museo de El Carmen la infección no afecta a una única momia, sino a una docena de ellas pertenecientes a religiosos y benefactores que vivieron hace aproximadamente 300 años en el edificio. En total, el profesor López y su equipo han identificado 24 hongos diferentes que están degradando sus cuerpos y sus vestimentas. Estos microorganismos no sólo suponen una amenaza para las momias, sino también para los visitantes que las contemplan, que pueden sufrir infecciones respiratorias y procesos alérgicos.

Para resolver la situación, Rubén López y su equipo decidieron poner a prueba un tratamiento antifúngico con Imazalil, una sustancia previamente utilizada para liberar de los hongos a los Guerreros de Terracota descubiertos en Xian (China). “Usamos velas que contienen Imazalil, que permanecen encendidas aproximadamente un minuto en el recinto donde se encuentran las momias”, explica el profesor López. Durante este tiempo las velas emiten un intenso humo que ocupa todos los rincones, y cerrando las puertas y ventanas, además de sellar los orificios, se logra mantener el efecto durante 24 horas. El resultado es que más del 92% de los hongos de las momias y los muros de la cripta desaparecen por completo. Y, lo que es más importante, sin efectos secundarios para ningún otro ser vivo.

A la vista de la eficacia del tratamiento, los investigadores proponen que el Imazalil en velas se utilice también como medida de limpieza de otros materiales históricos, por ejemplo en archivos y bibliotecas. Fuente Muyinteresante.es

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