jueves, 4 de octubre de 2007

Giros del corazón y pliegues cerebrales



Estos días, en los laboratorios de bioingeniería de la Universidad de Washington todas las miradas se centran en los pliegues del cerebro. No en vano, los procesos de plegado que ocurren durante la formación de la superficie cerebral (córtex) de los mamíferos superiores aumentan considerablemente su tamaño "útil", y por lo tanto la capacidad intelectual, frente a un cerebro con una superficie lisa que ocupase el mismo volumen.

Según el investigador Larry A.Taber, en las primeras fases de desarrollo del embrión el corazón y el cerebro empiezan como simples tubos. A medida que se desarrollan, el corazón es sometido a sucesivos giros hasta conseguir su forma definitiva, mientras que el cerebro se pliega. “No estamos seguros de las similitudes entre los giros del corazón y los pliegues cerebrales”, dice Taber. “Pero todo apunta a que, durante el desarrollo embrionario, las neuronas y las células cardíacas usan las mismas herramientas básicas”, añade. Aunque, eso sí, con distinto resultado.

En estos momentos, Taber y su equipo analizan con técnicas de neuroimagen el cerebro de los hurones, que son los mamíferos más pequeños conocidos que muestran pliegues y surcos en su cerebro, y en los que, curiosamente, el “plegado” ocurre después del nacimiento.

Entender la formación de los pliegues cerebrales ayudará a explicar por qué enfermedades como la esquizofrenia o el autismo están relacionadas con surcos “anormales” de la superficie cerebral. O por qué, en contraste, la falta de un pliegue en el cerebro de Albert Einstein pudo ser la responsable de su genialidad.


Washington University (www.wustl.edu/)

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