Un ingrediente de la sangre de los reyes del desierto podría ayudar a tratarlo todo: caspa, cáncer y alzhéimer. Leer mas
Pueden beber agua con un contenido en sal del 3%, y sus habilidades de supervivencia incluyen un dispositivo de refrigeración nasal que enfría los vasos sanguíneos que van al cerebro y un sistema intestinal que recicla el agua. Los caprichos fisiológicos de los camellos han sido durante siglos un enigma; y creíamos conocerlos todos, pero quedaba uno: su cuerpo alberga una variedad de anticuerpos diez veces más pequeños que los convencionales. Y el tamaño es vital en investigación. Sus dimensiones les permiten alcanzar partes del cuerpo insondables para el resto de anticuerpos, su uso terapéutico entraña menos riesgo para los humanos que los de otros animales, pueden sobrevivir a elevadas temperaturas, y son muy solubles y capaces de penetrar rápidamente en los tejidos.
MultiusosEl inmunólogo que los descubrió, Raymond Hamers, de la Universidad Libre de Bruselas, habla incluso de un “potencial terapéutico infinito”. Ya se investigan en tratamientos contra el cáncer y el alzhéimer; y también en otros usos más de andar por casa, como un tratamiento capilar para acabar con la caspa y un sencillo test que mide el contenido en cafeína de las bebidas. La resistencia al calor de los anticuerpos camélidos ha atraído el interés del Laboratorio Naval de los Estados Unidos, que los está testando en biosensores diseñados para detectar agentes bioterroristas en entornos muy calientes. La aplicación menos común llega del Laboratorio de Investigación Veterinaria de Dubai, donde se utiliza a los camellos para producir anticuerpos contra los venenos de cobras, víboras y otras serpientes.
Via Quo
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