En el estudio, llevado a cabo en el Reino Unido, cerca de 15.000 adultos respondieron a un cuestionario en el que no se medía su salud “real”, sino cómo de sanos se sentían. Para ello analizaba cinco aspectos relacionados con el bienestar: la movilidad, la autonomía, las actividades habituales, el dolor y la ansiedad/depresión. Los resultados revelaron que las personas más bajas (menos de 162 centímetros en hombres y menos de 151 centímetros en mujeres) declaraban sentirse peor física y mentalmente que los encuestados con estatura normal o superior a la media.
Lo más interesante, según el investigador Torsten Christensen, es que se ha comprobado que un aumento de altura de 3 centímetros tendría un impacto positivo sobre la calidad de vida de una persona de reducida estatura, y sin embargo no afectaría en absoluto a otro individuo con una altura normal. Christensen considera que es necesario seguir investigando cómo se relacionan nuestra estatura ynuestro bienestar antes de empezar a tomar medidas.
Society for Endocrinology (www.endocrinology.org)
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