Todo el mundo conoce la extraordinaria habilidad de los camaleones para cambiar de color en apenas unos milisegundos. Entre las 150 especies que integran la extensa familia Chamaeleonidae, existen muchas que sólo modifican la intensidad de los tonos marrones o verdes de sus escamas, mientras otras pueden llegar a exhibir estridentes combinaciones de rojos, amarillos, azules, naranjas y negros. Ante semejante espectáculo, no es de extrañar que Aristóteles fuera uno de los primeros en sentirse fascinado por estos animales y decidiera incluirlos en sus tratados de zoología hace más de 2.300 años.
Pero, ¿cómo y por qué desarrollaron los camaleones esta capacidad? Devi Stuart-Fox, de la Universidad de Melbourne, en Australia, se ha hecho esa pregunta. Y ha llegado a la conclusión de que el objetivo inicial no era camuflarse, sino hacerse más visibles antes sus rivales y sus potenciales parejas. Una de las pruebas más evidentes de que el camuflaje no era la finalidad original, dicen los autores del estudio, es que la gama de colores que es capaz de exhibir cada especie no depende del colorido de las plantas propias de su hábitat, como han podido comprobar analizando más de una veintena de camaleones sudafricanos. Los detalles se publican hoy en la revista PLoS Biology.
Según Stuart-Fox y sus colaboradores, la función primordial del cambio de color era comunicarse con otros camaleones. Los machos exhibían colores vistosos ante las hembras para cortejarlas y mostrar superioridad frente a otros machos. Sin embargo, cuando un camaleón era derrotado por su contrincante o recibía una respuesta de rechazo en su intento de conquista la intensidad del color se apagaba. No obstante, si bien es cierto que el “truco” de cambiar de color surgió con una finalidad social, es evidente que ha sido aprovechado por estos reptiles para esconderse eficazmente de sus depredadores.
PLoS (www.plos.org)
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